La isla de Santo Domingo fue ocupada en cuatro períodos migratorios antes de la llegada de los europeos.[1] Estos pueblos provenían del norte de América del Sur, específicamente de las cuencas del río Orinoco, Xingú y Tapajoz situados en Venezuela y las Guayanas y fueron migrando por via marítima de isla en isla de las antillas menores a las mayores.
Los más antiguos pobladores de las Antillas tenían una cultura muy rudimentaria; fueron recolectores, pescadores y cazadores, y no practicaban la agricultura. Usaban instrumentos confeccionados con conchas y huesos de algunos animales; llegaron a pulir la piedra para fabricar objetos y utensilios. Este grupo es denominado Arcaico (o Pre-Cerámico, por la ausencia de alfarería) y probablemente llegaron a la isla alrededor del año 3000 a. C. A la llegada de los europeos, los arcaicos solamente se encontraban en el extremo occidental de la Península Tiburón de Haití y en el occidente de Cuba, donde eran llamados Guanahatabeyes. Los taínos lo llamaban Ciboney (también escrito Siboney), es decir, "hombre que vive entre las piedras o las rocas" (ciba, piedra; igney, hombre).[2]
La segunda oleada migratoria corresponde al grupo arahuaco pre-taíno conocido en las Antillas como Igneri,[1] relacionados con el estilo saladoide de las costas venezolanas. Su alfarería llegó a ser la más elaborada de todas las Antillas. Los igneris no ocuparon el interior de la isla ni llegaron a Cuba ni a Jamaica. Fueron desplazados por la tercera oleada migratoria: los taínos, que llegaron alrededor del siglo VII de nuestra era.
Los taínos ocuparon todas las Antillas Mayores y las Bahamas. Desarrollaron una cultura basada fundamentalmente en la producción agrícola que les permitió realizar una apreciable actividad artesanal de objetos de barro y madera. Además, los taínos fueron excelentes escultores que confeccionaron artefactos ceremoniales de gran expresión artística.
La última oleada migratoria fue la de los caribes, que llegaron a ocupar todas las Antillas Menores pero que todavía no se habían asentado en Puerto Rico y la isla de Santo Domingo a la llegada de los españoles. Aparentemente los pueblos macoriges o macorizes (singular, macorix) y ciguayos, que ocupaban la Península de Samaná y el norte de la isla,[2] eran grupos arahuacos diferentes a los taínos que llegaron a la isla unos 600 años antes de la llegada de los europeos.[3] Estos grupos eran sumamente belicosos comparados con sus antecesores, lo que quedó demostrado con su encuentro con Colón en el Golfo de las Flechas.
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